Un problema fundamental del México
independiente durante la primera mitad del siglo XIX y hasta la década de los
sesenta fue el acecho de potencias extranjeras que ambicionaban imponerse,
territorial o económicamente, en el nuevo país. Las políticas expansionista e
imperialista de Estados Unidos y de naciones como Francia, Gran Bretaña y
España dificultaron las relaciones con las autoridades mexicanas y
representaron una constante amenaza a la estabilidad del Estado y un freno a la
consolidación de la nación, pues alentaron los regionalismos, propiciaron que
se cercenara el territorio y los compromisos contraídos por préstamos o por
costos de guerra, que supusieron pesadas cargas económicas para el gobierno.
Amenaza de reconquista y necesidad de reconocimiento internacional
Los conflictos políticos de México empezaron
apenas se independizó de la Corona española. Al inicio, la principal
preocupación la constituía España, que se negaba a reconocer la independencia
de la que hasta entonces fuera su colonia y no cejaba en su pretensión de
reconquistar los territorios perdidos.
En México tuvo lugar una conspiración
encabezada por el sacerdote Joaquín Arenas, quien intentó emprender una acción
revolucionaria para cambiar la forma de gobierno, con la única finalidad de que
la Corona española se reinstalara en México. La conspiración fue un rotundo
fracaso y el padre Arenas, después de ser privado de su fuero eclesiástico, fue
encontrado culpable de traición a la nación y posteriormente fusilado en junio
de 1827.
El último intento de reconquista la encabezó el
mismo gobierno español, cobijado por la Santa Alianza, en 1829. Desde Cuba
arribaron a puertos mexicanos al mediar el año algunos barcos hispanos y, tras
unos meses de lucha, finalmente las mermadas fuerzas de reconquista se vieron
obligadas a capitular (rendirse) en septiembre. Derrotados, pero sin aceptar la
independencia de México, los españoles se retiraron. Finalmente, tras varios
años de conflictos y tensiones entre España y México, la Corona española reconoció la independencia en 1836.
Los intentos de colonización del norte
Otro de los grandes problemas que afronto
México durante las primeras décadas de su vida independiente fue la existencia de
un gran territorio en el septentrión del país que se encontraba prácticamente deshabitado.
El gobierno se enfocó en establecer políticas
de colonización, con la finalidad de promover la llegada de pobladores.
Viendo esto como una oportunidad de
establecerse, población norte americana buscó ocupar el norte mexicano. En 1821
se concedieron tierras texanas al estadounidense Moisés Austin para que se estableciera él y su familia. Unos años
más tarde en 1823, se le autorizó el permiso de colonizar la zona. El territorio
se fue poblando de colonos de la misma nacionalidad y las relaciones con el
gobierno de Coahuila, al cual pertenecía Texas,
y con el gobierno central se fueron dificultando más. Ante el temor del centro
de perder el control del territorio, en 1830 se promulgó una ley para regular
la colonización de Texas, pero ya era demasiado tarde, ya que aquellas personas
que habitaban el territorio texano, ya veían con buenos ojos la idea de
anexionarse a los Estados Unidos.
Las radicales políticas centralistas, sumadas
al evidente abandono del norte por parte del gobierno central mexicano terminarían
por impulsar a los texanos a finalmente romper relaciones con México.
La separación de Texas
La Constitución de 1824 y el régimen federalista
imperaron en el país por más de una década. Sin embargo, los grupos que estaban
a favor del centralismo siguieron con sus intentos de imponerlo como forma de
gobierno. Las tensiones entre federalistas y centralistas ocasionaron
conflictos en todo el país y uno de los más graves sería precisamente la
separación de Texas.
En los años posteriores a la llegada de la
familia Austin a Texas, la cantidad de colonos norteamericanos crecería
considerablemente en esas tierras, de esta manera y sumado los conflictos con
el gobierno central, Texas adoptó una posición
independentista.
Además, existían diferencias entre raza, idioma y religión en la región
dada la gran cantidad de pobladores norteamericanos, quienes hablaban inglés,
practicaban el protestantismo y pertenecían a la raza aria (blanca). Estos fueron
factores que marcaron distancia entre los colonos y los pocos pobladores
mexicanos del septentrión. Existieron otras circunstancias que también pesaron
decisivamente en el proceso de enfrentamiento entre los texanos y las autoridades.
La primera causa fue que los colonos norte
americanos, provenían de los estados esclavistas
del sur de los Estados Unidos y continuaron con sus prácticas en el nuevo
territorio ocupado por ellos. De tal manera que cuando el presidente Vicente
Guerrero abolió la esclavitud en todo el país, en septiembre de 1829,
obviamente ellos manifestaron su inconformidad. La resistencia de los texanos forzó
al gobierno mexicano a permitirles conservar a sus esclavos, pero con la
condición de que ninguno más fuera admitido en Texas a partir de entonces.
La segunda causa fue la ley federal de
colonización emitida en 1830, que buscó regular el ingreso de colonos al
territorio texano, claro que esto causo aún más disgusto entre los colonos. El cobro
de impuestos aduanales fue quizá el factor que más pesó en el ánimo de quienes
se negaban a pagar contribuciones. Con todo esto el movimiento de separación de
Texas tomó fuerza en 1835. De manera soterrada, Estados Unidos intervino
apoyando a los insurrectos, mientras en su discurso oficial, se pronunció de
manera neutral.
El gobierno mexicano envió fuerzas militares a
Texas para apaciguar a los insurrectos, pero esto no le resulto fácil, a las
tropas mexicanas les faltaban hombres dispuestos a luchar y los pocos hombres
que si aceptaban ir enfrentaban la escases de víveres y armas para enfrentarse
a los texanos. A pesar de todo esto, en 1836 el ejército mexicano sitió a un
grupo liderado por William Barret Travis en El Álamo y el 6 de marzo logrando una victoria sobre los rebeldes. Sin
embargo estuvo manchada por la tragedia, pues las fuerzas nacionales ultimaron
a los refugiados texanos en el fuerte, además, las bajas del lado mexicano
superaron en número al de los perdedores.
Pero el triunfo les duró muy poco, porque el 21
de abril del mismo año, en la batalla de
San Jacinto los mexicanos fueron derrotados por las fuerzas comandadas por
Samuel Houston. El comandante del ejército mexicano y presidente de la nación
Antonio López de Santa Anna, fue hecho prisionero y se vio obligado a capitular
y acepto la independencia de Texas, la cual quedó establecida en los tratados de Velasco que se firmaron el
14 de mayo de 1836, dando fin al conflicto y al surgimiento de una nueva
república texana.
El bloqueo francés de 1838
Las dificultades se seguían multiplicando para
el gobierno mexicano, las relaciones internacionales eran muy débiles debido a
su reciente independencia y a la crisis económica que atravesaba el país. Esto
impidió al gobierno pagar la deuda que contrajo con los gobiernos de Gran
Bretaña y Francia lo que agudizo las tensiones entre estos países y México.
En abril de 1838 Francia, buscando conseguir
privilegios económicos, decidió intervenir en México para reclamar el pago de
la deuda que el gobierno mexicano había contraído con varios comerciantes súbditos
franceses. Uno de esos comerciantes franceses agraviados era un panadero que
exigía el pago de productos consumidos por el ejército de Antonio López de
Santa Anna en 1832. A este suceso se le conoció como la “Guerra de los pasteles” y constituyó la primera intervención militar
francesa, esta duró cerca de un año y causo aún más estragos a la economía de
los mexicanos, ya que los navíos franceses bloquearon los puertos mexicanos y
se apoderaron de las aduanas. En 1839, ambas naciones firmaron un acuerdo en el
cual México reconoció la deuda y se comprometió a pagarle a Francia.
La guerra con Estados Unidos
El objetivo
expansionista de Estados Unidos ya había quedado claro con la intervención
en la independencia de Texas y su posterior anexión como parte de la unión
americana, pero previo a esto el gobierno norteamericano había ofrecido al
gobierno mexicano comprarle ciertas provincias a lo cual se negaron
rotundamente.
El movimiento encabezado por John L. Sullivan
denominado Destino Manifiesto,
sirvió a los vecinos del norte para justificar su deseo de expansión ya que en él
se dictaba que los norteamericanos estaban destinados a llevar la libertad y el
progreso a todo el territorio americano, el cual estaba poblado por pueblos
bárbaros (nativos americanos y mexicanos por igual). Con esto en 1845 Estados
Unidos anexó a Texas a su territorio lo cual en los tratados de Velasco había quedado
firmemente estipulado que la República de Texas no podría ser anexada. Por este
motivo México rompió relaciones con el gobierno norteamericano.
Así, con el pretexto de delimitar la frontera entre
México y Estados Unidos, el gobierno norteamericano en enero de 1846 desplegó
tropas encabezadas por Zachary Taylor, entre el rio Nueces y el rio Grande del
Norte. México a su vez respondió enviando tropas al norte ya que los
norteamericanos habían invadido el país, estas se enfrentaron y ambos bando
sufrieron bajas y el gobierno norteamericano obtuvo un pretexto ideal para
declarar la guerra a México, ya que se había “derramado sangre norteamericana
en suelo norteamericano”.
Este
conflicto está claramente olvidado en la memoria de los norteamericanos pero
dejo una profunda herida en la memoria y el orgullo mexicanos, ya que al final
de la guerra más de la mitad del territorio nacional fue cedido a los Estados
Unidos por mano de Antonio López de Santa Anna, un personaje bastante
recurrente cuando se habla en la historia nacional de perdida de territorio. La
guerra con los Estados Unidos duró de 1846 a 1848, un periodo en el cual las
fuerzas mexicanas se vieron ampliamente superadas por las tácticas y tecnologías
norteamericanas de la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario