domingo, 14 de octubre de 2018

Los Conflictos Internacionales y el despojo territorial

Un problema fundamental del México independiente durante la primera mitad del siglo XIX y hasta la década de los sesenta fue el acecho de potencias extranjeras que ambicionaban imponerse, territorial o económicamente, en el nuevo país. Las políticas expansionista e imperialista de Estados Unidos y de naciones como Francia, Gran Bretaña y España dificultaron las relaciones con las autoridades mexicanas y representaron una constante amenaza a la estabilidad del Estado y un freno a la consolidación de la nación, pues alentaron los regionalismos, propiciaron que se cercenara el territorio y los compromisos contraídos por préstamos o por costos de guerra, que supusieron pesadas cargas económicas para el gobierno.

Amenaza de reconquista y necesidad de reconocimiento internacional

Los conflictos políticos de México empezaron apenas se independizó de la Corona española. Al inicio, la principal preocupación la constituía España, que se negaba a reconocer la independencia de la que hasta entonces fuera su colonia y no cejaba en su pretensión de reconquistar los territorios perdidos.
En México tuvo lugar una conspiración encabezada por el sacerdote Joaquín Arenas, quien intentó emprender una acción revolucionaria para cambiar la forma de gobierno, con la única finalidad de que la Corona española se reinstalara en México. La conspiración fue un rotundo fracaso y el padre Arenas, después de ser privado de su fuero eclesiástico, fue encontrado culpable de traición a la nación y posteriormente fusilado en junio de 1827.
El último intento de reconquista la encabezó el mismo gobierno español, cobijado por la Santa Alianza, en 1829. Desde Cuba arribaron a puertos mexicanos al mediar el año algunos barcos hispanos y, tras unos meses de lucha, finalmente las mermadas fuerzas de reconquista se vieron obligadas a capitular (rendirse) en septiembre. Derrotados, pero sin aceptar la independencia de México, los españoles se retiraron. Finalmente, tras varios años de conflictos y tensiones entre España y México, la Corona española reconoció la independencia en 1836

Los intentos de colonización del norte

Otro de los grandes problemas que afronto México durante las primeras décadas de su vida independiente fue la existencia de un gran territorio en el septentrión del país que se encontraba prácticamente deshabitado. El gobierno se enfocó en establecer políticas de colonización, con la finalidad de promover la llegada de pobladores.
Viendo esto como una oportunidad de establecerse, población norte americana buscó ocupar el norte mexicano. En 1821 se concedieron tierras texanas al estadounidense Moisés Austin  para que se estableciera él y su familia. Unos años más tarde en 1823, se le autorizó el permiso de colonizar la zona. El territorio se fue poblando de colonos de la misma nacionalidad y las relaciones con el gobierno de Coahuila, al cual pertenecía Texas, y con el gobierno central se fueron dificultando más. Ante el temor del centro de perder el control del territorio, en 1830 se promulgó una ley para regular la colonización de Texas, pero ya era demasiado tarde, ya que aquellas personas que habitaban el territorio texano, ya veían con buenos ojos la idea de anexionarse a los Estados Unidos.
Las radicales políticas centralistas, sumadas al evidente abandono del norte por parte del gobierno central mexicano terminarían por impulsar a los texanos a finalmente romper relaciones con México.

La separación de Texas

La Constitución de 1824 y el régimen federalista imperaron en el país por más de una década. Sin embargo, los grupos que estaban a favor del centralismo siguieron con sus intentos de imponerlo como forma de gobierno. Las tensiones entre federalistas y centralistas ocasionaron conflictos en todo el país y uno de los más graves sería precisamente la separación de Texas.
En los años posteriores a la llegada de la familia Austin a Texas, la cantidad de colonos norteamericanos crecería considerablemente en esas tierras, de esta manera y sumado los conflictos con el gobierno central, Texas adoptó una posición independentista.
Además, existían diferencias entre raza, idioma y religión en la región dada la gran cantidad de pobladores norteamericanos, quienes hablaban inglés, practicaban el protestantismo y pertenecían a la raza aria (blanca). Estos fueron factores que marcaron distancia entre los colonos y los pocos pobladores mexicanos del septentrión. Existieron otras circunstancias que también pesaron decisivamente en el proceso de enfrentamiento entre los texanos y las autoridades.
La primera causa fue que los colonos norte americanos, provenían de los estados esclavistas del sur de los Estados Unidos y continuaron con sus prácticas en el nuevo territorio ocupado por ellos. De tal manera que cuando el presidente Vicente Guerrero abolió la esclavitud en todo el país, en septiembre de 1829, obviamente ellos manifestaron su inconformidad. La resistencia de los texanos forzó al gobierno mexicano a permitirles conservar a sus esclavos, pero con la condición de que ninguno más fuera admitido en Texas a partir de entonces.
La segunda causa fue la ley federal de colonización emitida en 1830, que buscó regular el ingreso de colonos al territorio texano, claro que esto causo aún más disgusto entre los colonos. El cobro de impuestos aduanales fue quizá el factor que más pesó en el ánimo de quienes se negaban a pagar contribuciones. Con todo esto el movimiento de separación de Texas tomó fuerza en 1835. De manera soterrada, Estados Unidos intervino apoyando a los insurrectos, mientras en su discurso oficial, se pronunció de manera neutral.
El gobierno mexicano envió fuerzas militares a Texas para apaciguar a los insurrectos, pero esto no le resulto fácil, a las tropas mexicanas les faltaban hombres dispuestos a luchar y los pocos hombres que si aceptaban ir enfrentaban la escases de víveres y armas para enfrentarse a los texanos. A pesar de todo esto, en 1836 el ejército mexicano sitió a un grupo liderado por William Barret Travis en El Álamo y el 6 de marzo logrando una victoria sobre los rebeldes. Sin embargo estuvo manchada por la tragedia, pues las fuerzas nacionales ultimaron a los refugiados texanos en el fuerte, además, las bajas del lado mexicano superaron en número al de los perdedores.
 









Pero el triunfo les duró muy poco, porque el 21 de abril del mismo año, en la batalla de San Jacinto los mexicanos fueron derrotados por las fuerzas comandadas por Samuel Houston. El comandante del ejército mexicano y presidente de la nación Antonio López de Santa Anna, fue hecho prisionero y se vio obligado a capitular y acepto la independencia de Texas, la cual quedó establecida en los tratados de Velasco que se firmaron el 14 de mayo de 1836, dando fin al conflicto y al surgimiento de una nueva república texana.

El bloqueo francés de 1838

Las dificultades se seguían multiplicando para el gobierno mexicano, las relaciones internacionales eran muy débiles debido a su reciente independencia y a la crisis económica que atravesaba el país. Esto impidió al gobierno pagar la deuda que contrajo con los gobiernos de Gran Bretaña y Francia lo que agudizo las tensiones entre estos países y México.
En abril de 1838 Francia, buscando conseguir privilegios económicos, decidió intervenir en México para reclamar el pago de la deuda que el gobierno mexicano había contraído con varios comerciantes súbditos franceses. Uno de esos comerciantes franceses agraviados era un panadero que exigía el pago de productos consumidos por el ejército de Antonio López de Santa Anna en 1832. A este suceso se le conoció como la “Guerra de los pasteles” y constituyó la primera intervención militar francesa, esta duró cerca de un año y causo aún más estragos a la economía de los mexicanos, ya que los navíos franceses bloquearon los puertos mexicanos y se apoderaron de las aduanas. En 1839, ambas naciones firmaron un acuerdo en el cual México reconoció la deuda y se comprometió a pagarle a Francia. 

La guerra con Estados Unidos

El objetivo expansionista de Estados Unidos ya había quedado claro con la intervención en la independencia de Texas y su posterior anexión como parte de la unión americana, pero previo a esto el gobierno norteamericano había ofrecido al gobierno mexicano comprarle ciertas provincias a lo cual se negaron rotundamente.
El movimiento encabezado por John L. Sullivan denominado Destino Manifiesto, sirvió a los vecinos del norte para justificar su deseo de expansión ya que en él se dictaba que los norteamericanos estaban destinados a llevar la libertad y el progreso a todo el territorio americano, el cual estaba poblado por pueblos bárbaros (nativos americanos y mexicanos por igual). Con esto en 1845 Estados Unidos anexó a Texas a su territorio lo cual en los tratados de Velasco había quedado firmemente estipulado que la República de Texas no podría ser anexada. Por este motivo México rompió relaciones con el gobierno norteamericano.
Así, con el pretexto de delimitar la frontera entre México y Estados Unidos, el gobierno norteamericano en enero de 1846 desplegó tropas encabezadas por Zachary Taylor, entre el rio Nueces y el rio Grande del Norte. México a su vez respondió enviando tropas al norte ya que los norteamericanos habían invadido el país, estas se enfrentaron y ambos bando sufrieron bajas y el gobierno norteamericano obtuvo un pretexto ideal para declarar la guerra a México, ya que se había “derramado sangre norteamericana en suelo norteamericano”.
Este conflicto está claramente olvidado en la memoria de los norteamericanos pero dejo una profunda herida en la memoria y el orgullo mexicanos, ya que al final de la guerra más de la mitad del territorio nacional fue cedido a los Estados Unidos por mano de Antonio López de Santa Anna, un personaje bastante recurrente cuando se habla en la historia nacional de perdida de territorio. La guerra con los Estados Unidos duró de 1846 a 1848, un periodo en el cual las fuerzas mexicanas se vieron ampliamente superadas por las tácticas y tecnologías norteamericanas de la época.



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