jueves, 20 de septiembre de 2018

Nueva España, los primeros efectos de las reformas borbónicas



Ubicación temporal y espacial del movimiento de Ilustración, las reformas borbónicas y el proceso de Independencia

En la primera mitad del siglo XVIII murió el último rey Habsburgo (sin dejar descendencia); su lugar lo ocupó el primer monarca borbón español. Esto significó la llegada de un proyecto modernizador, inspirado en las ideas ilustradas de Europa. A partir de 1750, los Borbones promovieron varias reformas que introdujeron el pensamiento de la Ilustración a Iberoamérica. En Nueva España, las reformas tuvieron mayor fuerza en la segunda mitad del siglo XVIII.
  Con el fin de hacer más eficiente la administración del territorio, el proyecto político de los Borbones creó nuevas unidades geopolíticas, conocidas como intendencias, que facilitaron a las autoridades el control sobre los súbditos americanos.
  Las reformas borbónicas también impulsaron la producción económica, liberalizaron al comercio, centralizaron el poder en la persona del monarca y los funcionarios que dependían directamente del él. Todo esto tuvo efectos materiales muy provechosos para el virreinato.
Pese al progreso material, el desarrollo económico no vino acompañado de los cambios y ajustes necesarios para mantener la paz, la unidad y el equilibrio social. Para fines del siglo XVIII y la primera década del XIX había varios sectores inconformes.

Mapa de la división y extensión territorial de la Nueva España durante el siglo XVIII

La transformación de la monarquía española y las reformas de Nueva España

Para el siglo XVIII, España ya no era la potencia política y comercial que había sido en los siglos XVI y XVII. En su lugar Inglaterra se había convertido en el actor internacional con mayor presencia y prestigio, en el mar y el comercio; mientras, Francia se consolidaba como una monarquía fuerte, centralizada y culturalmente reconocida en toda Europa.
  Cuando los Borbones subieron al trono en 1713, comprendieron la urgencia de emprender un proyecto modernizador que pusiera a España a la par de las otras naciones europeas. Este plan se llevó a cabo a partir de la puesta en marcha de varias reformas en los territorios de la monarquía hispánica.
  En Nueva España, las reformas borbónicas se reflejaron en una política más centralista, que buscó limitar el poder de las autoridades regionales para fortalecer la del rey. Además, las enmiendas pretendieron mejorar la extracción de recursos naturales, abrir el comercio y modernizar la administración del reino. Nueva España se había enriquecido enormemente. A pesar de ello, la riqueza no se distribuyó de manera justa ni equitativa: las diferencias y contrastes sociales se hicieron más evidentes.


Las reformas borbónicas
En 1701, Carlos II de España murió sin dejar hijos que lo sucedieran en el trono. Con él se extinguió la dinastía Habsburgo. El primero, y con más primero y con más posibilidades para convertirse en el monarca español era Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y de María Teresa, hermana de Carlos II.


  Luis XIV tuvo grandes planes para imponer la hegemonía francesa
  en Europa.Uno de ellos fue colocar a su nieto en el trono español.
Felipe pertenecía a la dinastía de los Borbones franceses y también era heredero a este último trono. De convertirse en rey español, Francia se fortalecería aún más como potencia europea de la época. La situación preocupo al resto de los monarcas del continente. De inmediato, Leopoldo I de Austria exigió que su hijo, el archiduque Carlos de Austria, subiera al trono español, alegando que eran ellos, la dinastía de los Habsburgo, los herederos legítimos del imperio hispánico.



La situación derivo en el estallido de la guerra de sucesión, un conflicto internacional que involucró a varias potencias europeas y que, con la Paz de Utrecht, concluyó en 1713. Entre las ventajas, este tratado reconoció a Felipe V como monarca legítimo del imperio español. Con ello terminó la era de los Habsburgo en España e inauguró la etapa de los Borbones en aquella monarquía.


  La batalla de Almanza en 1707 definió la sucesión al trono
  de España; puso fin a casi 200 años de reinado de la casa de
  Austria y marcó el inicio de la era de los Borbones.

El evidente crecimiento militar y comercial de Inglaterra había dejado a la corona española en un evidente atraso y debilidad que la nueva familia real buscó remediar. La familia Borbón busco emprender un proyecto de modernización española que impulsara a la nación y recuperará el puesto que en algún punto de historia le había pertenecido. El proyecto consistió en la aplicación de una serie de reformas económicas, políticas, sociales y culturales que, en efecto, transformaron a las sociedades iberoamericanas a partir del siglo XVII.


  Se dice que la Ilustración no llegó a
  España, pero Gaspar Melchor de
  Javellanos (1744 - 1811), literato y
  científico, demuestra lo contrario.
Las reformas borbónicas se pusieron en marcha a partir del reinado de Felipe V, sin embargo el proyecto tomó verdadera fuerza en los reinados de sus hijos Felipe VI y Carlos III, lo mismo que con su nieto Carlos IV. Si bien todos ellos se vieron entusiastas de este proyecto los cambios más notorios se dieron durante el reinado de Carlos III.
  Este último monarca se hizo rodear por ministros influenciados por el pensamiento de la ilustración francesa, quienes insistieron en el valor de la razón y en la importancia de la educación como vía para transformar y modernizar a la sociedad. Además, los ministros y monarcas ilustrados promovieron la tolerancia, el desarrollo del conocimiento científico y la tecnología. El plan de las reformas borbónicas tuvo varios objetivos primordiales: centralizar el poder en el monarca, mejorar la administración política de las colonias, extraer más recursos económicos de las mismas y liberalizar el comercio en el imperio. Todo ellos para modernizar la economía y la política de la monarquía española.



Las reformas en Nueva España: nuevo estilo de gobierno, división política, establecimiento del ejército y la apertura del comercio libre
En la Nueva España las reformas cobraron mayor fuerza con la llegada del visitador José de Gálvez de 1765 a 1771. Este funcionario hecho a andar varios proyectos que modificaron la vida económica, política y social de la Nueva España. El proyecto de Gálvez contemplo un nuevo estilo de gobernar. La corona deseaba recuperar el poder hegemónico que tenía sobre sus colonias; para ello se buscó fortalecer el poder del monarca y disminuir la influencia de las autoridades locales.
  Con el afán de tener mayor control sobre sobre las decisiones políticas en las colonias, Gálvez siguió la instrucción de prohibir el acceso de los criollos a puestos de alto rango, cargos que solo los españoles peninsulares podrían ocupar. Este movimiento buscó evitar la consolidación de una elite política novohispana y mantener la lealtad de los súbditos a la corona española.
  En el aspecto económico, las nuevas reformas de ejercer el poder absoluto de la monarquía Borbón se vio reflejado en la centralización de la recaudación fiscal. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los funcionarios que cobraban los impuestos en las colonias comenzaron a depender cada vez más directamente del rey de España.
  Una de las reformas políticas más significativas fue la reorganización de la división territorial de la Nueva España. Durante siglos la administración de esta colonia americana fue muy compleja y heterogénea. Existían reinos, provincias y gobernaciones que coexistían una con la otra. Siguiendo la organización geopolítica francesa, las autoridades borbónicas dividieron el territorio novohispano en 12 intendencias, la de México, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Valladolid, San Luis Potosí, Guadalajara, Guanajuato, Durango, Zacatecas, Arizpe-Sonora y Mérida. La nueva división política simplifico la administración de la colonia, además de continuar restando poder a las autoridades locales para fortalecer la imagen del monarca, ya que los nuevos intendentes fueron peninsulares nombrados por el mismo rey.



  Batallón de Pardos de Guadalajara. Dibujo en
  expediente sobre el establecimiento y subsistencia
  de los regimientos.
Otra de las medidas de modernización implementadas por los Borbones, fue la creación de milicias y regimientos y del primer ejército novohispano. Durante dos siglos, el reino no requirió tener un cuerpo armado para legitimar al gobierno ni para proteger al territorio,  pero Felipe V emitió la Real Ordenanza sobre las milicias provinciales de la Corona de Castilla en 1734. La creación de cuerpos militares, para defender el territorio se extendió hasta las colonias americanas. En 1762, las fuerzas inglesas ocuparon las posesiones españolas de la Habana y Manila, lo cual represento un gran riesgo para el gobierno español y obligo al mismo a fortalecer los cuerpos militares de todo el imperio.
  Hacia 1779, Nueva España tenía varios regimientos de infantería entre los que destacaban los de México, Tlaxcala, Puebla, Toluca, Córdova y Jalapa; el batallón de Oaxaca, Pardos de México y Veracruz, así como como el regimiento de caballería de Querétaro.





Además de las reformas políticas, el proyecto borbónico impulso importantes transformaciones en el campo de lo económico. Una de las más trascendentes fue liberalizar el comercio. Frente al dominio comercial de los ingleses, las autoridades españolas comprendieron la urgencia de incorporar las ideas del liberalismo económico en el comercio español. La apertura comercial se inspiró en la idea de “dejar hacer y dejar pasar”; con esa concepción contraria al mercantilismo, el Estado no debía intervenir ni en la producción y distribución de las mercancías. Con esto, los Borbones buscaron poner fin a los monopolios comerciales.




Referencia Bibliográfica
Alejandra Maldonado Rios, Estela Roselló Soberón. Historia 2 Secundaria. SM Ediciones. México, 2015. pp.70-80.

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