Fragmento de la Carta de Morelos a James Madison, julio 1815
Los desastres que traen consigo las alternativas de la guerra, y a los
que alguna vez nos ha precipitado nuestra propia inexperiencia, jamás han
abatido nuestros ánimos, sino que, sobreponiéndonos constantemente a las
adversidades e infortunios, hemos sostenido por cinco años nuestra lucha, convenciéndonos
prácticamente que no hay poder capaz de sojuzgar a un pueblo determinado a
salvarse de los horrores de la tiranía […] Nuestro sistema de gobierno,
habiendo comenzado, como era natural, por los informes rudimentarios, se ha ido
perfeccionando sucesivamente, según que lo han permitido las turbulencias de la
guerra y hoy se ve sujeto a una Constitución cimentada en máximas a todas luces
liberales y acomodada en cuanto ha sido posible al genio, costumbres y hábitos
de nuestros pueblos, no menos que a las circunstancias de la revolución nos ha
impuesto. Con el transcurso del tiempo, recibirá modificaciones y mejoras a
medida que no ilustre y nos enseñe la experiencia; pero nunca nos desviaremos
una sola línea de los principios esenciales que constituyen la verdadera
libertad civil”.
Tomado de “Carta escrita por Morelos a James Madison, presidente de
Estados Unidos de América”, 14 de julio de 1815, en Agustín Churruca Pelaez, Pensamiento Insurgente de Morelos, México,
Porrua, 1983, p.77.
¿Por qué los escribieron?
Los Sentimientos de la Nación son básicamente un documento, pero no uno cualquiera, sino uno con importancia vital para la creación de la que hoy es conocida como la constitución mexicana; este documento fue redactado por José María Morelos y Pavón en 1813, tan sólo unos años después de haber iniciado las rebeliones campesinas que buscaban la independencia de México y su separación completa de la corona española.
La idea inicial de una constitución política para México, la cual incluso en peso de cierta forma a funcionar solamente entre los insurgentes que ya habían logrado tomar algunas ciudades, fue en realidad de Ignacio López Rayón, quien estaba en contra de que España abusara constantemente de México, pero a pesar de ello tenía aprecio por Fernando VII, por consiguiente buscaba que él siguiese en el poder y que lo único que ocurriera en realidad fuera un trato igualitario para México, pero sin desligarse de España.
López Rayón creó una junta llamada la Suprema Junta Gubernativa de América, en la cual incluyó a José María Morelos y Pavón, quien desde el principio estuvo en contra de sus ideas de constitución por incluir a la corona española; gracias a diferentes factores, como por ejemplo los constantes ataques de las fuerzas armadas realistas y al mismo tiempo las diferencias entre López Rayón y Morelos y Pavón, la junta terminó disolviéndose y fue cuando Morelos decidió publicar Los Sentimientos del Nación.
La primera mención de Los Sentimientos de la nacion Fue en septiembre de 1813 cuando se instaló el primer parlamento constituyente y en el mismo fue que Morelos pronunció dentro de su discurso inaugural los artículos de este documento, entre los cuales destacan principalmente declarará México independiente de España y de cualquier otra nación, afirmar la religión católica como única aceptada intolerancia alguna de otras religiones; dividir al gobierno en tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
También se reservaban los empleos exclusivamente para los mexicanos, se buscaba mejorar la igualdad social, se prohibió la distinción de castas y la esclavitud también; aunque como tal este documento en realidad era solamente una propuesta, en octubre de 1814 se sancionó la que hoy conocemos como la constitución de Apatzingán, la primer constitución del México independiente, la cual estaba en realidad basada en su mayoría en este documento, dejando completamente fuera del poder mexicano a cualquier otra nación.
Durante el siglo XVII,las élites criollas de las colonias
españolas comenzaron a entrar en contacto con las ideas de la ilustración francesa. Si bien el
pensamiento ilustrado español fue menos radical y menos revolucionario, la
presencia de las nuevas ideas generó reflexiones inéditas en torno a la
naturaleza del poder del rey, a la función de las leyes y a la
participaciónde los súbditos en las
políticas del reino.
Con la invasión
francesa en 1808 generó que entre los españoles, incluidos muchos criollos
americanos, surgiera un descontento generalizado hacia José Bonaparte, quien
fue puesto en el trono español a la fuerza. Por esto fue que sus súbditos lo
desconocieron como el legítimo monarca y lo trataron como a un usurpador.
Esto
desencadeno una guerra de independencia
en aquella monarquía. Estos eventos fueron muy provechosos para los criollos
americanos que vieron la oportunidad de organizar gobiernos autónomos de la metrópoli, mientras
regresaba el legítimo monarca al trono.
Tanto fue
el caos que la invasión francesa causo en el reino español, que en 1810 los
criollos novohispanos organizaron un movimiento armado que 11 años más tarde
darían origen al México independiente.
Ideas
ilustradas en las posesiones españolas en América
Los borbones españoles estuvieron muy influenciados por las ideas de la
ilustración francesa. Todos ellos ejercieron su poder con base en el absolutismo monárquico, es decir, a
partir de buscar el mayor beneficio para sus súbditos pero con la menor
participación política de los mismos.
En la
España del siglo XVIII, las élites
ilustradas conocieron las obras de grandes filósofos como Montesquieu,
Voltaire, Rousseau y Diderot. Sin embargo, a diferencia del caso francés, la
ilustración española no tuvo un carácter revolucionario ni ateo.
La preocupación
de los pensadores ilustrados españoles se concentraba en su mayor parte en la
construcción de una economía estable y fuerte, basados en las ideas de la fisiocracia; en el combate de los prejuicios tradicionales y las supersticiones, así
como en el impulso de la educación y
el desarrollo científico. Algunos de
los principales pensadoresilustrados
españoles fueron Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764), el Conde de Campomanes
(1723-1802), el Conde de Jovellanos (1744-1811) y Francisco Cabarrús
(1752-1810).
Escritor Pedro Rodríguez Campomanes. En manos de funcionarios como él estuvieron las reformas borbónicas.
Las ideas
de la ilustración española fueron conocidas por las élites más educadas de la
élite de la Nueva España, gracias a la llegada de libros y noticias provenientes de Europa. Esto puso a los criollos
en contacto con conceptos como la
tolerancia religiosa,la soberanía popular,el valor de la ley o la
existencia de ciudadanos. Muy pronto,
el pensamiento modernizador se
introdujo en diferentes áreas del conocimiento y las ciencias.
Muchos
médicos, astrónomos, matemáticos y botánicos de Nueva España comenzaron a
desarrollar teorías e ideas a fines a la ilustración europea. Por otro lado, en
Nueva España los Jesuitas criollos
fueron promotores importantísimos de la mentalidad ilustrada. En sus colegios y
cátedras universitarias, muchos de ellos difundieron las ideas ilustradas, con
una versión hispánica particular. Ésta combinó los principios del racionalismo
francés con las creencias religiosas del catolicismo.
La
invasión francesa de España
En los últimos años de la Revolución francesa, Inglaterra fue el
principal rival de los franceses, Portugal era aliado importante de la potencia
comercial, por lo que, en 1808, Napoleón decidió ocupar el territorio portugués
para asestar un golpe a su enemigo histórico.
En 1807, el
ministro español Manuel Godoy (1767-1851) firmo con Napoleón los Tratados de
Fortainebleau. En ellos se acordó que las tropas francesas podían entrar y
establecerse libremente en los territorios españoles, con el propósito de
facilitar la invasión de Portugal. En realidad, este acuerdo posibilito la ocupación francesa de España.
La política
de Carlos IV (1748-1819) y de su ministro Godoy era cada vez más impopular entre
muchos sectores del reino. Este malestar dio origen a un gran grupo opositor
que buscó destituir al monarca en favor de su hijo Fernando VII (1784-1833). El
19 de marzo de 1808 estalló el motín de
Aranjuez, una revuelta popular que exigió al rey abdicar y dejar el trono
al príncipe de Asturias.
Frente a
estos acontecimientos, Napoleón Bonaparte intervino como mediador. El emperador
francés llamó al monarca español y a su hijo a Bayona; allí les obligó a dejar
el trono a su hermano José Bonaparte (1768-1844). Las abdicaciones de Bayona generaron gran descontento entre los súbditos
españoles tanto en la península como en los territorios de ultramar.
El 2
de mayo de 1808 iniciaron las insurrecciones antifrancesas en Madrid. Los españoles
veían a José Bonaparte como un usurpador, a quien no podían reconocer como el
monarca legítimo. Así comenzaron los movimientos de insurrección en España. De acuerdo
con la tradición medieval hispánica, a falta de un monarca legítimo, el poder
del gobierno debería recaer en las juntas
provinciales hasta que se elegía a un nuevo rey. Así en 1808, las juntas se
organizaron para crear la Junta Central
Suprema. Un año más tarde, se convocó a cortes extraordinarias para
redactar una Constitución. A esta reunión se les conocería como las Cortes de Cádiz a las cuales cada
provincia del reino debía enviar un representante. Este vacío del poder despertó
el interés de los novohispanos, quienes veían con buenos ojos la reorganización
del poder político en el reino.
La resistencia del pueblo español a la invasión francesa se muestra en este cuadro. Francisco Goya, 3 de mayo de 1808 [oleo sobre lienzo], Museo del Prado, Madrid, 1814.
El
criollismo y el anhelo de autonomía
A fala de soberano, los criollos
y peninsulares de Nueva España se preguntaron a quién debían obedecer. Las opiniones se dividieron
en dos. Por un lado, los miembros de la Audiencia
de México, casi todos peninsulares, recomendaron esperar un poco para ver
si la situación en España se calmaba. Su opinión era no modificar ni alterar el
orden de gobierno en la Nueva España y aguardar a que las cosas se resolvieran
en la metrópoli.
Sin embargo
los miembros del Ayuntamiento de la
Ciudad de México, en su mayoría criollos, no opinaban lo mismo que los
peninsulares. Ellos proponían que la Nueva España organizara su propia Junta de
gobierno y que el Ayuntamiento gobernara mientras Fernando VII volvía al trono.
En realidad,
esta división de opiniones dejaba en claro una situación: la tensión que ya existía entre criollos y peninsulares del reino. Durante
el siglo XVIII, los criollos novohispanos desarrollaron un fuerte sentido de
identidad local. El esplendor cultural y la bonanza económica del reino los
lleno de orgullo y de sentimientos de pertenencia al territorio americano.
El orgullo
criollo o criollismo tuvo una de sus
expresiones más importantes en el culto a la Virgen de Guadalupe. De acuerdo con la mentalidad religiosa
novohispana de la época, María, la madre de Dios había elegido a Nueva España
como su morada terrena. Esta elección era la muestra indiscutible de la riqueza
y singularidad de un reino que sin duda debía ser favorito del Creador.
El espíritu
de orgullo y grandeza americana cobró especial fuerza entre los Jesuitas
criollos de Nueva España. Dos de los más destacados fueron Francisco Javier
Clavijero (1731-1787) y Francisco Javier Alegre (1729-1788). Muchos de ellos se
sintieron indignados frente a las calumnias que algunos autores europeos
sostuvieron sobre la “naturaleza” y el “hombre americano”.
El abate
Raynal (1713-1796), el conde de Buffon (1707-1788) y Cornelio de Pauw
(1739-1799) defendían la hipótesis de que en América, las especies animales y
vegetales siempre eran inferiores a las europeas. Estas ideas causaron gran
indignación entre los criollos americanos, que rápidamente escribieron obras
para demostrar lo contrario: el valor y la grandeza de las especies naturales
americanas.
Para
fines del siglo XVIII y principios del XIX, muchos criollos se habían enriquecido
significativamente, sin embargo, las reformas
borbónicas les impedían ocupar cargos altos dentro de la administración pública
y el gobierno. Esto causo gran malestar y descontento entre los criollos
americanos, quienes se veían cada vez más desplazados por los peninsulares.
El golpe
de Estado de los peninsulares
En la Nueva España, las opiniones estaban cada vez más divididas entre
los miembros de la Audiencia de México y el Ayuntamiento de la Ciudad de
México. Lo cual, causó que algunos súbditos tomaran acciones drásticas.
El derrocamiento del virrey Iturrigaray en 1808 dio pie a años de discordia política que concluyeron con la independencia de Nueva España en 1821.
El virrey José
de Iturrigaray (1742-1815) convocó a una reunión con la Audiencia y el Ayuntamiento
para tomar una decisión al respecto. La tensión entre criollos y peninsulares
era evidente y después de arduas discusiones, el virrey apoyó al partido
criollo del Ayuntamiento y organizó una Junta
Provincial novohispana.
Ante
aquella decisión, los peninsulares de la Audiencia se sintieron traicionados
por el virrey. El 15 de septiembre de 1808, el hacendado español Gabriel de Yermo (1757-1813) dio un golpe de Estado contra el Ayuntamiento
y tomó preso a Iturrigaray y a los criollos Francisco Primo de Verdad
(1760-1808) y Juan Azcarate (1767-1831). Estos últimos habían estado
involucrados en la organización de la Junta de gobierno.
El golpe
contra el Ayuntamiento y el encarcelamiento de estos personajes enfureció a muchos
criollos quienes, en distintas regiones, comenzaron a organizar diversas
conspiraciones para derrocar a los peninsulares del territorio novohispano.
El abogado Francisco Primo de Verdad fue uno de los primeros precursores de la independencia.
Conspiraciones
e insurrecciones de 1810
En 1809, el general José María Obeso (1783-1816) y José María Michelena
(1772-1852) organizaron la conspiración en Valladolid,
que fue descubierta y sofocada de inmediato.
Un año más tarde en 1810, Ignacio Allende (1769-1811), Juan Aldama
(1774-1811), el cura Miguel Hidalgo (1753-1811) y los corregidores Miguel
Domínguez (1756-1830) y Josefa Ortiz de Domínguez (1768-1829) fraguaron la conspiración de Querétaro. En ella se
propuso crear una junta de abogados, regidores y eclesiásticos criollos, con el
propósito de que asumieran el poder mientras Fernando VII regresaba al trono
como el soberano legítimo de España. Los conspiradores planeaban levantarse en
armas en diciembre de 1810, pero al ser descubierta, decidieron adelantar la rebelión
para septiembre.
Hidalgo, Aldama y Allende fueron criollos que participaron en el movimiento de independencia.
En la
madrugada del 16 de septiembre, el cura Hidalgo subió al campanario de su
parroquia en el pueblo de Dolores y llamo a los feligreses a levantarse en
armas contra el gobierno. En ese primer momento de la lucha, el movimiento sólo
buscaba quitar del poder a los peninsulares y dar paso a que los criollos
fueran los que ocuparan esos cargos en el gobierno, pero sin romper lazos con
la Corona española.
En su convocatoria
Hidalgo reconoció la legitimidad del Fernando VII como monarca de Nueva España
y en ningún momento llamo a una independencia de la madre patria, tampoco hablo
de defender a los sectores más vulnerables de la sociedad novohispana, ni llamó
a una reivindicación social. En su primera etapa, el movimiento fue una convulsión
de las élites criollas que deseaban liberarse del dominio peninsular dentro del
territorio americano.
Hidalgo libero
a muchos presos de las cárceles, quienes de inmediato se unieron a su
contingente. Pronto también se le sumó, el Regimiento de Dragones de la Reina,
al mando del capitán Ignacio Allende.
Los seguidores de Hidalgo avanzaron hacia Atotonilco; allí el jefe del
movimiento tomó el estandarte de la
Virgen de Guadalupe, que a partir de ese momento en una insignia de los
independentistas.
A pesar de
la falta de un verdadero ideario social, los pobres se adhirieron al movimiento
de Hidalgo buscando una oportunidad de mejorar sus condiciones de vida. Para muchos
de ellos el cura Hidalgo era el mesías libertador
que habría de terminar con el yugo de la miseria y el hambre.
Las huestes
del cura Hidalgo llegaron Guanajuato donde el descontrol de la masa enardecida
propicio robos, asesinatos y saqueos de las casas de españoles. Allende reprobó
que Hidalgo no hubiera hecho nada para detener al pueblo enfurecido.
La toma de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, por las huestes de Hidalgo generó que la Iglesia lo excomulgara.
Los insurgentes continuaron avanzando y
llegaron a Cuajimalpa. Allí, las tropas libraron la batalla de monte de las cruces, de la que salieron victoriosos. A pesar
de ello. Hidalgo ordenó a sus tropas replegarse y no ocupar la capital. A la
fecha, nadie sabe la razón por la cual Hidalgo tomó la decisión de retirarse. Es
probable que el episodio vivido en Guanajuato allá motivado al cura de Dolores
a evitar una matanza similar en la Ciudad de México.
Allende y
Aldama reprobaron la actitud de Hidalgo y decidieron quitarle el liderazgo del
movimiento. En su lugar nombraron jefe
supremo de los ejércitos insurgentes a Ignacio
López Rayón (1773-1832). A partir de este momento se inició, la guerra
entre los insurgentes y los realistas.
En Cuajimalpa,
las fuerzas insurgentes se dividieron: por un lado, Allende se fue a
Guanajuato, mientras que Hidalgo se dirigió a Guadalajara. Además, éste fundó
un periódico El Despertador Americano,
abolió la esclavitud y declaró que asesinar gachupines (españoles) era
causa legítima del movimiento.
En 1811,
Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, fueron aprisionados en Chihuahua. Se les formuló
un juicio político y, tras encontrarlos culpables, fueron fusilados. Para escarmentar
a los insurgentes y atemorizar a los rebeldes en potencia, los cuatro fueron
decapitados y sus cabezas puestas en jaulas que colgaban a cada esquina de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato,
poniendo fin a la etapa de los conspiradores de Querétaro en el movimiento. Pero
lamentablemente para los españoles, la semilla ya había sido plantada y están germinando,
dado que el movimiento no murió con Hidalgo y sus colaboradores, sino que
continuó creciendo y modificando su finalidad.
Para más información te invito a ver el siguiente video.
Fuente bibliográfica:
Alejandra Maldonado Rios, Estela
Roselló Soberón. Historia 2 Secundaria. SM Ediciones. México, 2015. Pp. 86-93.
Ubicación temporal y espacial del movimiento de
Ilustración, las reformas borbónicas y el proceso de Independencia
En la primera mitad del siglo XVIII murió el último rey Habsburgo (sin
dejar descendencia); su lugar lo ocupó el primer monarca borbón español. Esto significó la llegada de un proyecto modernizador, inspirado en las
ideas ilustradas de Europa. A partir de 1750, los Borbones promovieron varias reformas que introdujeron el
pensamiento de la Ilustración a Iberoamérica. En Nueva España, las reformas
tuvieron mayor fuerza en la segunda mitad del siglo XVIII.
Con el fin
de hacer más eficiente la administración
del territorio, el proyecto político de los Borbones creó nuevas unidades
geopolíticas, conocidas como intendencias,
que facilitaron a las autoridades el control sobre los súbditos americanos.
Las
reformas borbónicas también impulsaron la producción económica, liberalizaron
al comercio, centralizaron el poder en la persona del monarca y los
funcionarios que dependían directamente del él. Todo esto tuvo efectos materiales muy provechosos para
el virreinato.
Pese al
progreso material, el desarrollo
económico no vino acompañado de los cambios y ajustes necesarios para
mantener la paz, la unidad y el equilibrio social. Para fines del siglo XVIII y
la primera década del XIX había varios sectores inconformes.
Mapa de la división y extensión territorial de la Nueva España durante el siglo XVIII
La transformación de la monarquía española y las
reformas de Nueva España
Para el siglo XVIII, España ya no era la potencia política y comercial
que había sido en los siglos XVI y XVII. En su lugar Inglaterra se había convertido en el actor internacional con mayor presencia y prestigio, en el mar y el comercio; mientras, Francia se consolidaba como una monarquía fuerte, centralizada y culturalmente reconocida en toda Europa.
Cuando los
Borbones subieron al trono en 1713, comprendieron la urgencia de emprender un proyecto modernizador que pusiera a
España a la par de las otras naciones europeas. Este plan se llevó a cabo a
partir de la puesta en marcha de varias reformas en los territorios de la
monarquía hispánica.
En Nueva
España, las reformas borbónicas se reflejaron en una política más centralista,que buscó limitar el poder de las autoridades regionales para
fortalecer la del rey. Además, las enmiendas pretendieron mejorar la extracción de recursos naturales, abrir el comercio y modernizar la
administración del reino. Nueva España se había enriquecido enormemente. A pesar
de ello, la riqueza no se distribuyó de manera justa ni equitativa: las diferencias y contrastes sociales se hicieron más evidentes.
Las
reformas borbónicas
En 1701, Carlos II de España murió sin dejar hijos que lo sucedieran en
el trono. Con él se extinguió la dinastía Habsburgo.
El primero, y con más primero y con más posibilidades para convertirse en el
monarca español era Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y de María Teresa,
hermana de Carlos II.
Luis XIV tuvo grandes planes para imponer la hegemonía francesa
en Europa.Uno de ellos fue colocar a su nieto en el trono español.
Felipe pertenecía
a la dinastía de los Borbones franceses y también era heredero a este último
trono. De convertirse en rey español, Francia se fortalecería aún más como
potencia europea de la época. La situación preocupo al resto de los monarcas
del continente. De inmediato, Leopoldo I de Austria exigió que su hijo, el
archiduque Carlos de Austria, subiera al trono español, alegando que eran
ellos, la dinastía de los Habsburgo,
los herederos legítimos del imperio hispánico.
La situación
derivo en el estallido de la guerra de
sucesión, un conflicto internacional que involucró a varias potencias
europeas y que, con la Paz de Utrecht,
concluyó en 1713. Entre las ventajas, este tratado reconoció a Felipe V como
monarca legítimo del imperio español. Con ello terminó la era de los Habsburgo
en España e inauguró la etapa de los Borbones en aquella monarquía.
La batalla de Almanza en 1707 definió la sucesión al trono
de España; puso fin a casi 200 años de reinado de la casa de
Austria y marcó el inicio de la era de los Borbones.
El evidente
crecimiento militar y comercial de Inglaterra había dejado a la corona española
en un evidente atraso y debilidad que la nueva familia real buscó remediar. La familia
Borbón busco emprender un proyecto de modernización española que impulsara a la
nación y recuperará el puesto que en algún punto de historia le había
pertenecido. El proyecto consistió en la aplicación de una serie de reformas económicas, políticas, sociales
y culturales que, en efecto, transformaron a las sociedades iberoamericanas a
partir del siglo XVII.
Se dice que la Ilustración no llegó a España, pero Gaspar Melchor de Javellanos (1744 - 1811), literato y científico, demuestra lo contrario.
Las reformas
borbónicas se pusieron en marcha a partir del reinado de Felipe V, sin embargo
el proyecto tomó verdadera fuerza en los reinados de sus hijos Felipe VI y
Carlos III, lo mismo que con su nieto Carlos IV. Si bien todos ellos se vieron
entusiastas de este proyecto los cambios más notorios se dieron durante el
reinado de Carlos III.
Este último
monarca se hizo rodear por ministros influenciados por el pensamiento de la ilustración francesa, quienes
insistieron en el valor de la razón
y en la importancia de la educación
como vía para transformar y modernizar a la sociedad. Además, los ministros y
monarcas ilustrados promovieron la tolerancia,
el desarrollo del conocimiento
científico y la tecnología. El plan de
las reformas borbónicas tuvo varios objetivos primordiales: centralizar el
poder en el monarca, mejorar la administración política de las colonias,
extraer más recursos económicos de las mismas y liberalizar el comercio en el
imperio. Todo ellos para modernizar la economía y la política de la monarquía
española.
Las
reformas en Nueva España: nuevo estilo de gobierno, división política,
establecimiento del ejército y la apertura del comercio libre
En la Nueva España las reformas cobraron mayor fuerza con la llegada del
visitador José de Gálvez de 1765 a
1771. Este funcionario hecho a andar varios proyectos que modificaron la vida
económica, política y social de la Nueva España. El proyecto de Gálvez contemplo
un nuevo estilo de gobernar. La corona deseaba recuperar el poder hegemónico que tenía sobre sus
colonias; para ello se buscó fortalecer el poder del monarca y disminuir la
influencia de las autoridades locales.
Con el afán
de tener mayor control sobre sobre las decisiones políticas en las colonias,
Gálvez siguió la instrucción de prohibir el acceso de los criollos a puestos de
alto rango, cargos que solo los españoles peninsulares podrían ocupar. Este
movimiento buscó evitar la consolidación de una elite política novohispana y mantener
la lealtad de los súbditos a la corona española.
En el
aspecto económico, las nuevas reformas de ejercer el poder absoluto de la
monarquía Borbón se vio reflejado en la centralización de la recaudación fiscal. A partir de la
segunda mitad del siglo XVIII, los funcionarios que cobraban los impuestos en
las colonias comenzaron a depender cada vez más directamente del rey de España.
Una de las
reformas políticas más significativas fue la reorganización de la división territorial
de la Nueva España. Durante siglos la administración de esta colonia americana
fue muy compleja y heterogénea. Existían reinos, provincias y gobernaciones que
coexistían una con la otra. Siguiendo la organización geopolítica francesa, las
autoridades borbónicas dividieron el territorio novohispano en 12 intendencias, la de México, Puebla,
Oaxaca, Veracruz, Valladolid, San Luis Potosí, Guadalajara, Guanajuato,
Durango, Zacatecas, Arizpe-Sonora y Mérida. La nueva
división política simplifico la administración de la colonia, además de
continuar restando poder a las autoridades locales para fortalecer la imagen
del monarca, ya que los nuevos intendentes
fueron peninsulares nombrados por el mismo rey.
Batallón de Pardos de Guadalajara. Dibujo en expediente sobre el establecimiento y subsistencia de los regimientos.
Otra de las medidas de modernización implementadas por los Borbones, fue
la creación de milicias y regimientos
y del primer ejército novohispano. Durante
dos siglos, el reino no requirió tener un cuerpo armado para legitimar al
gobierno ni para proteger al territorio,
pero Felipe V emitió la Real Ordenanza
sobre las milicias provinciales de la Corona de Castilla en 1734. La creación
de cuerpos militares, para defender el territorio se extendió hasta las
colonias americanas. En 1762, las fuerzas inglesas ocuparon las posesiones
españolas de la Habana y Manila, lo cual represento un gran riesgo para el
gobierno español y obligo al mismo a fortalecer los cuerpos militares de todo
el imperio.
Hacia 1779,
Nueva España tenía varios regimientos de infantería entre los que destacaban
los de México, Tlaxcala, Puebla, Toluca, Córdova y Jalapa; el batallón de
Oaxaca, Pardos de México y Veracruz, así como como el regimiento de caballería de
Querétaro.
Además de
las reformas políticas, el proyecto borbónico impulso importantes
transformaciones en el campo de lo económico. Una de las más trascendentes fue liberalizar el comercio. Frente al dominio comercial de los ingleses, las
autoridades españolas comprendieron la urgencia de incorporar las ideas del liberalismoeconómico en el comercio español. La apertura comercial se inspiró
en la idea de “dejar hacer y dejar pasar”; con esa concepción contraria al mercantilismo, el Estado no debía
intervenir ni en la producción y distribución de las mercancías. Con esto, los
Borbones buscaron poner fin a los monopolios
comerciales.
Referencia Bibliográfica Alejandra Maldonado Rios, Estela Roselló Soberón. Historia 2 Secundaria. SM Ediciones. México, 2015. pp.70-80.